Tuvimos el placer de juntarnos en el Predio “Malvinas Argentinas” con nuestra compañera Inés Pacheco para hacerle un reconocimiento a través de un presente agradeciéndole la realización de un Mural sobre Diego Maradona en la cancha de futbol 11.
Más allá de un trabajo hermoso, es de destacar la disposición, la buena voluntad y el compromiso de nuestra compañera Inés, y más en estos tiempos, puesto que realizó la obra solo para participar de todo este mejoramiento integral del Predio en estos últimos seis años.
La decisión de realizar el Mural no fue poco discutida. Maradona nunca fue un inocente muchacho de barrio, llevaba como bandera la arrogancia y la fanfarronería, pero “El Diez” trascendió los estadios para encontrarse en un terreno en el que no supo reinar.
Él fue un referente popular y se sumó a lo largo de su vida a cientos de luchas. Con su presencia, cualquier reclamo tomaba visibilidad y Diego lo sabía.
Fue rebelde desde sus primeros pasos, pero la experiencia llevada a cabo en la AIFP (Asociación Internacional de Futbolistas Profesionales) es quizás un buen botón de muestra de su forma de pensar.
En enero de 1995 nacía el primer sindicato de futbolistas conducido por Diego Maradona y Eric Cantona. La organización propone que el jugador de fútbol tomara decisiones y que ocupara su lugar en el espectáculo del futbol.
Diego hablaba de un “sindicato de defensa de los jugadores de fútbol” que iba a servir como herramienta para luchar por las condiciones laborales de los futbolistas de todo el mundo.
“Los jugadores son los que generan, el mundo del fútbol se mueve por nosotros, si no sería una calesita vacía, daría vueltas y nadie la miraría. Muchos pibes se rompieron, quedaron sin un mango… Hoy es momento que ellos tengan la contención que se merecen y que los clubes les garanticen sus salarios”.
Fue una síntesis de las debilidades humanas y las peores acciones machistas: mujeriego, borrachín, tramposo, mentiroso, fanfarrón, irresponsable. Pero, como dijo Eduardo Galeano “…los dioses no se jubilan, por muy humanos que sean. Él nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía. La fama, que lo había salvado de la miseria, lo hizo prisionero… y siempre “el placer de derribar ídolos es directamente proporcional a la necesidad de tenerlos”.
Por mucho, gracias Diego.
Por todo, muchas gracias Inés!!!!!