El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Esta fecha, institucionalizada por Naciones Unidas en 1975, es uno de los momentos que sintetizan las luchas y recorridos históricos de los feminismos para conquistar la equidad de género, y se remonta a las primeras manifestaciones por igualdad de derechos de comienzos del siglo pasado.
Desde exigir la posibilidad de participar en elecciones, el derecho a acceder a la educación, a tener las mismas condiciones laborales y sueldos con la misma remuneración que los varones, hasta pelear por el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, se pueden detallar múltiples opresiones que se denunciaron a lo largo de los años y todos los avances que se fueron consiguiendo en materia legislativa con convicción y organización.
Las mujeres han desempeñado un papel fundamental en la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Sin embargo los prejuicios y estereotipos siguen siendo un obstáculo. Es mucho más que un rol predefinido, es el reconocimiento como agentes de cambio en sus distintos ámbitos de trabajo, líderes, creativas, activistas, madres, hijas, hermanas, amigas.
En 2017 se realizó el Primer Paro Internacional de Mujeres con el lema “si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”. La convocatoria fue impulsada por organizaciones de América Latina y el Caribe con la consigna “Ni una menos, vivas y libres nos queremos” y participaron más de 50 países de todo el mundo con el objetivo de visibilizar las diferentes formas de violencia de género.
Hoy atravesamos un momento de avance sobre los derechos de trabajadores y trabajadoras, con discursos de odio hacia mujeres y personas LGBTIQ+ y esto, en lugar de debilitarnos, tiene que consolidar la unidad para abordar las desigualdades de género que aún persisten y luchar para terminar con toda forma de opresión y violencia para construir un mundo más justo e igualitario.
Ningún derecho adquirido puede darse por garantizado, menos en tiempos de neoliberalismo e individualismo en el poder. Hace falta solo un machito en el poder para que cada conquista sea puesta en discusión nuevamente. Por eso es necesaria la organización y lucha constante. Por eso el 8 de marzo, como todos los años, salgan a marchar compañeras. Por el derecho al aborto legal seguro y gratuito, por la plena implementación de la ESI, por la continuidad de la caratula del femicidio en el código penal. Gritamos y cantamos en las calles por Ni Una Menos!