El 2 de abril de 1982 la dictadura Cívico Militar al mando de Galtieri decidió recuperar por la fuerza las islas Malvinas usurpadas por Gran Bretaña desde el año 1833. Así la dictadura genocida – basándose en uno de los reclamos de independencia, soberanía y antimperialismo más justos y sentidos de nuestro pueblo – intentó obtener consenso de una sociedad que venía luchando para abrirse paso a la democracia.
El cuestionamiento social hacia el gobierno militar se expresó en la multitudinaria movilización del 30 de Marzo de 1982 bajo la consigna “Paz, pan y trabajo” que demostró la resistencia popular que se venía gestando años atrás, empezando por la lucha incansable de las madres, y que puso de manifiesto el ocaso de una dictadura que perdía sus escasos apoyos políticos locales.
Durante la guerra hubo 649 soldados argentinos muertos y miles de heridos; la consecuencia de la guerra se extendió mucho más allá de las islas y de los años, se calcula además que más de 400 fueron los suicidios por las secuelas traumáticas de la guerra de Malvinas.
Los jóvenes soldados argentinos fueron víctimas de las mismas metodologías que la dictadura cívico militar tenía hacia gran parte de la población en el continente. Torturas, vejámenes de todo tipo y castigos físicos; violaciones a los derechos humanos cometidas por Oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas, muchos de ellos represores ya en el continente como Astiz.
Al finalizar la guerra con la rendición de Menéndez el 14 de junio de 1982, la dictadura intentó callar lo sucedido, como lo hizo el Estado mucho por mucho tiempo después. Se intentó prohibir a los hablar de Malvinas y frenar lo que ya era imparable, la organización y movilización popular que había tenido su histórico momento el 30 de marzo volvía nuevamente contra la dictadura militar para decirle a los genocidas que se acababa la dictadura, que nunca más.
La organización vino también de los centros de excombatientes con una tarea enorme de acompañamiento y asistencia ante la ausencia del Estado en los años posteriores a la guerra junto a organismos de derechos humanos. El reclamo de juzgamientos de los crímenes cometidos durante la guerra como crímenes de lesa humanidad, la lucha por la identidad y causal de muerte de los 123 NN que fueron enterrados sin identificación en el cementerio de Darwin y el reconocimiento a la heroínas de Malvinas, aquellas mujeres que se desempeñaron como enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas con una labor fundamental de asistencia hacia los soldados, son algunos de las demandas que persisten en la actualidad; como así también el repudio enérgico a la violación de los derechos humanos perpetrados por la dictadura militar y el reclamo de memoria, verdad, justicia y soberanía que desde la AJB acompañamos y sostenemos.